jueves, 12 de marzo de 2009

BAFICI: Lo que se vera Parte 2

Continuamos con las secciones y sus respectivos films.

Con una precisión milimétrica para captar la vibración de lo inmediato como estampa de la felicidad terrenal, sin idealizaciones ni estilización alguna, Mario Posada Ochoa capturó con su Bolex de 16 mm su vida familiar en Medellín entre 1945 y 1971. A lo largo de esos años, conservando inmutable un amateurismo virtuoso, Posada Ochoa registró a sus hijos en las situaciones cotidianas y excepcionales para terminar gestando una silente home movie maratónica de treinta y tres horas, diagramada para imprimir esta saga doméstica como una serie de recuerdos rigurosos de cada lugar, cada acción, cada color. Seis décadas después, Camilo Botero restauró esas películas caseras y las compactó hasta obtener 16 episodios esenciales, donde cada gesto es una aventura infantil que empuja un movimiento poético, atropellado, realista, lúdico, cándido. Y todo eso se logra sin perder nunca una cercanía reconocible en las imágenes, como si cada titilar del proyector estuviese moviendo un charco donde se refleja la vitalidad de nuestra propia infancia, ahora convertida en una épica cinematográfica con el rictus sonriente de la realidad.

180 GRADOS Raúl Perrone

Ezequiel es un adolescente que se encuentra en medio de un momento de crisis. A la mala relación con sus padres, con quienes vive, se le suma su complicado noviazgo y los problemas que surgen con sus amigos. Lo único que parece salvarlo de la existencia cotidiana es simplemente andar en su bicicleta sin rumbo fijo. Jugando con los formatos y con las posibilidades técnicas del video digital, como si recién se hubiera asomado al oficio de cineasta, Perrone practica una búsqueda interna por el complicado universo de su adolescente protagonista. Manteniendo intactos sus ojos para los detalles más descriptivos del mundo que lo rodea y su oído para captar la manera exacta de hablar de los adolescentes, y valiéndose como siempre de la materia prima (actores, guiones) en su estado más puro, 180 grados representa más un avance que un giro en la larga carrera de su director.



31 Miguel Gomes

Con leve surrealismo, cierto erotismo indolente y el trasfondo brutal de la lucha de clases –a la manera del primer Pasolini–, 31 (el número de la cancha de tenis desde el que parte la pareja protagónica a la aventura, con un carro de supermercado lleno de pelotitas como todo equipaje) va estableciendo conexiones improbables –entre El mago de Oz y el fin de la dictadura portuguesa; entre el cine mudo y las exuberantes bandas sonoras made in India– para bocetar, tal vez, una crítica de otra relación, probable y fértil: la del cine y la historia.

35 RHUMS Claire Denis

Hay un equilibrio y una cercanía afectiva entre Lionel y su hija Josephine. Con más de cincuenta años, él está por jubilarse de su trabajo como conductor de ferrocarril, mientras ella, de más de veinte, estudia antropología y trabaja en un negocio de música. Viven en un edificio de departamentos de la periferia parisina, donde también está Noé, amigo de la familia que se siente atraído por Josephine pero quiere irse, mientras Gabrielle desea en secreto a Lionel. Estas vidas que se cruzan y se bifurcan, como las vías del tren, son la materia con la que Claire Denis modela un mundo y unos personajes en los que la cotidianeidad de hábitos y diferencias se despliega sin énfasis, sin condenarlos ni embellecerlos, sin quitarles inscripción –social, política, cultural– ni confinarlos a un ghetto, edificando una idea de comunidad y de familia de un humanismo y una calidez inhallables en el cine contemporáneo. Casi tangible y sensorial, 35 rhums es una de esas películas de Denis que reintegran no sólo la fe el cine sino en el hombre.


77 DORONSHIP Pablo Agüero

En un departamento de París, una mujer embarazada espera que alguien regrese, aunque todo indique que ha sido abandonada. El que llega no es el padre de su hijo sino Francisco, el abuelo de aquél, un porteño canchero que ha vivido en todas partes y a la mayoría no puede volver. Ella habla sólo francés; él asegura que también lo habla. Dentro de la panza de Anne, los tiempos se precipitan. Con estos dos personajes –más dos que nunca veremos: uno nonato pero que ya causa problemas y el otro, una omnisciente y resignada voz en off–, el director de Salamandra diseña una historia de cámara; prescinde de toda referencia turística o cultural y se dedica a ofrecernos la construcción de una amistad entre cómica y trágica, fruto de la necesidad y la desesperación. Actores no profesionales y secuencias oníricas creadas hace una década –como la música original de Sergio Dawi– completan el mosaico de una película inusual.

8 SEMANAS Diego Schipani Alejandro Montiel

Licuadora total de géneros y formatos (docu-ficción-comedia-musical-mockumentary-drama-ponele), la película de Alejandro Montiel y Diego Schipani (Las hermanas L.) tiene esa cosita loca que en general le falta al cine argentino: gracia. La palabrita en cuestión admite varias acepciones, y seguramente estará aquel al que no le haga la menor gracia este backstage culebronizado de los ensayos del musical Ella, homenaje a Rafaella Carrá. Mala suerte, se lo pierde. Se pierde el libelo amable, alla Christopher Guest, que encañona a un grupo de bailarines y coreógrafos, hurgando en cada rincón del fuera de cuadro, siguiéndolos de cerca en sus problemas de cartel, de corazón y de maquillaje, organizando y desarmando situaciones y apostando a la puesta como broma gigante. A la vez, 8 semanas se las arregla para reservarle siempre el centro de la escena a situaciones de contagiosa vitalidad pop, y la música y el baile preparan el terreno para un final shocking, que amablemente sugiere replantear uno o varios problemas de representación: Schipani y Montiel parecen haber sabido de antemano que es peligroso decir siempre la verdad.


9 TO 5: DAYS IN PORN Jens Hoffmann

La película de Hoffman (que se ha ocupado de los deportes extremos en 20 Seconds of Joy y Journey to the Center) es el registro de una jornada en su doble acepción laboral y pedagógica. El título, explícito al menos en lo que concierne al contenido de este documental que acepta la sumaria denominación de tal sin hacerse demasiados problemas, nos avisa desde el comienzo que lo que veremos es el día a día pautado, legal, objetivo de varios personajes ligados a la industria pornográfica de California. Cómo viven y trabajan, en suma, esos hombres y mujeres cuyos rostros tienden a desvanecerse de la memoria del espectador para transformarse únicamente en carne seriada, abstracta, estándar. De modo que 9 to 5 resulta ser algo así como el reverso opaco de Boogie Nights, el cable a tierra aséptico de cualquier fantasía erótica o pesadilla moral sobre el mundo del porno, el más perfecto antídoto para todo tipo de onanismo (incluida la cinefilia).

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